
23, Jun 2018
¿POR QUIÉN EMITIR MI VOTO?
Este 1 de julio, los mexicanos votarán por candidatos a más de 18 mil cargos públicos. Entre ellos, se elegirá al nuevo presidente de México y a nuevos diputados y senadores.
El voto para las elecciones de los futuros gobernantes tiene unas consecuencias en la vida social y en numerosos ámbitos (políticos, económicos, legales, ecológicos, etc.). Por lo tanto, el voto tiene un carácter moral por su vínculo con el desarrollo social desde una visión integral del hombre.
Como señala la Iglesia, «mediante el cumplimiento de los deberes civiles comunes, “de acuerdo con su conciencia cristiana”(9), en conformidad con los valores que son congruentes con ella, los fieles laicos desarrollan también sus tareas propias de animar cristianamente el orden temporal, respetando su naturaleza y legítima autonomía (10), y cooperando con los demás, ciudadanos según la competencia específica y bajo la propia responsabilidad (11). Consecuencia de esta fundamental enseñanza del Concilio Vaticano II es que «los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la “política”; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común» (12), que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia, la solidaridad, etc.» (13).
Sobre esta participación del católico en la vida social el Papa Francisco señala:
«…nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra» (14).
Conclusión: El voto, es una expresión de la participación en la vida social y en la política de laico católico, y a su vez tiene que encontrarse de acuerdo a su conciencia cristiana y en conformidad con los valores que son congruentes a ella.